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La tormenta perfecta

Siempre que le preguntan a Woody Allen sobre sus aficiones, además de la por toda conocida afición a la música y más concretamente tocar con su banda de jazz, suele resaltar que le interesa el futuro porque es el lugar donde va a pasar el resto de su vida. Puede parecer contradictorio para una persona octogenaria, más aún cuando el director neoyorquino se resiste a utilizar ordenador y sigue empleando su máquina de escribir de más de 40 años para escribir esos fantásticos guiones. En ese futuro que apunta Woody Allen seguro que nos moveremos distinto. Si asumimos que nos moveremos distinto nuestras infraestructuras y su gestión, deberán ser inexcusablemente distintas. Las cuestiones entonces que nos deberíamos plantear deberían ser: ¿Estamos planificando infraestructuras para las próximas décadas teniendo en cuenta esto? ¿Están las administraciones públicas reflexionando al respecto? ¿Están los inversores en infraestructuras analizando este riesgo en sus activos?

Una tormenta perfecta de nuevas tecnologías y modelos de negocio está transformando no sólo nuestros vehículos, sino sobre todo cómo nos desplazamos y cómo vivimos nuestras vidas. Estos cambios que implicarán coches e infraestructuras interconectados tendrán repercusiones en la economía, el empleo, el uso de la energía y las emisiones, la sostenibilidad de las materias primas, la privacidad de los usuarios, así como la movilidad urbana. Los gigantescos cambios que se vislumbran en el horizonte representan una oportunidad para caminar hacia un sistema de transporte más eficiente, más seguro, menos contaminante y más accesible. Sin embargo, debemos tener claro que las nuevas tecnologías de transporte, por sí solas, no mejorarán espontáneamente nuestras vidas sin mejorar nuestros sistemas y políticas de gestión y planificación de transporte. Lo que parece claro es que desarrollo de soluciones de movilidad innovadoras serán cruciales para asegurar que el futuro del transporte sea más limpio y equitativo que su presente centrado en la propiedad del vehículo. Las nuevas generaciones lo dejan claro cada día.

El despliegue de las futuras tecnologías de transporte, como los vehículos aéreos, movilidad eléctrica, movilidad compartida, vehículos autónomos, vehículos no tripulados, se basará en un elemento clave: la conectividad. La conectividad permitirá que los vehículos reciban información útil sobre las condiciones de las carreteras, los posibles peligros, la presencia de otros vehículos, especialmente en condiciones de visibilidad reducida, así como interactuar con infinidad de aplicaciones, reguladores de semáforos, etc. Este tema apasionante que constituye el transporte del futuro, y que casi ya está picando a la puerta, haría correr ríos de tinta, por lo que me centraré en el transporte por carretera En las siguientes líneas, profundizaremos en la creciente autonomía de los vehículos, y su relación con la infraestructura y la gestión de ésta.

En un futuro inminente, los administradores de la infraestructura (pública o privada) recibirán datos de los vehículos privados y comerciales automatizados para permitir su paso por la infraestructura, gestionando el pago, trazando su viaje, entre otras acciones. Todo esto se modelizará en tiempo real y podremos establecer estrategias de gestión dinámicas: gestión de la señalización variable, prohibición de accesos a determinadas áreas, activación de protocolos de contaminación, etc…Y qué pasará con la capacidad de nuestra red de carreteras. ¿Los estudios de demanda y proyectos de ampliación de capacidad que estamos elaborando hoy en día con prognosis de varias décadas están teniendo esto en cuenta?

Permítame que rompa este optimismo, a medida que avanza la autonomía de los vehículos en los que nos movemos, que a priori facilitaría la modelización de la movilidad, me viene a la cabeza el nombre de Moravec y su famosa paradoja.  El investigador austríaco,  se convirtió en una referente por sus descubrimientos en los campos de la robótica, inteligencia artificial y en definitiva sobre como puede cambiar una determinada tecnología la sociedad en la que se inserta. Hans Moravec enunció de manera célebre que: «comparativamente es fácil conseguir que las computadoras muestren capacidades similares a las de un humano adulto en tests de inteligencia, y difícil o imposible lograr que posean las habilidades perceptivas y motrices de un bebé de un año». Las habilidades humanas más antiguas son, mayoritariamente inconscientes y se toman sin casi tener conciencia de la decisión y por eso parecen ser fáciles. La movilidad, entendida como un desplazamiento en el espacio, como una percepción, como una visualización, como una habilidad motora, es un mecanismo humano perfeccionado durante millones de años, ahí radica la complejidad de su modelización. Los coches autónomos simplificarán este proceso, pero el componente humano seguirá estando presente. Definitivamente la incorporación de los coches autónomos a nuestros hábitos de movilidad, definitivamente es un reto apasionante.

A nivel de gestión pública, los vehículos autónomos y las infraestructuras conectadas reducirán los costos de viaje, aumentarán la accesibilidad, cambiarán las pautas de uso del suelo e introducirán cambios modales en la movilidad orientados a la sostenibilidad. Sin embargo, parece que nuestro país no está realizando los suficientes esfuerzos en este sentido. Es urgente corregir este rumbo, para ir adaptando nuestra política de transportes a una nueva realidad que cada día está más presente.

Como ciudadanos y como conductores, nos tocará vivir en un futuro que podríamos definir como muy cercano, en el que  los Sistemas de Transporte Inteligente (STI) formarán un verdadero ecosistema digital cuya principal tarea será asegurar una gestión óptima del flujo de vehículos, labor que actualmente recae en los planificadores de transportes. Estos sistemas serán capaces de procesar la información que reciban en tiempo real y, con su capacidad no sólo de respuesta sino también de predicción, coordinarán la infraestructura de transporte y tráfico de toda una ciudad o área metropolitana. La comunicación con los vehículos autónomos será una realidad y éstos serán informado de cualquier restricción de circulación,  peligro inminente o cualquier otro mensaje que modifique el itinerario previsto.. El futuro más previsible será que, en base a todo lo anterior, disfrutaremos de una mejora no sólo de los flujos de tráfico y reducción de congestiones, sino también de una reducción de los accidentes de tráfico.

A la vuelta de la esquina está un sistema que considerará cada vehículo de manera individual, una “microsimulación” en tiempo real. El sistema a través de diversos sensores, cámaras, radares, etc… hará un seguimiento de todos los usuarios de la infraestructura (no sólo de los usuarios de vehículo privado sino de todos los medios de transporte que viajen en un determinado área). Se elaborarán modelos en tiempo real que: incluyendo el tipo de vehículo, su velocidad, geoposicionamiento y destino, ayudarán a la gestión más eficaz de las vías.

Como modelizadores de tráfico y transporte, debemos aportar análisis profundos en la progresiva incorporación de vehículos autónomos y ese futuro cada vez más inmediato para evaluar su impacto en la Planificación de infraestructuras. Los vehículos conectados y autónomos poseen comportamientos y decisiones diferentes al de los vehículos normales en la red de tráfico, cuyas características podemos ya hoy mismo, incorporar a nuestros modelos digitales.

En la actualidad, podemos incorporar a nuestros modelos de transporte los parámetros de decisión que diferencian el coche autónomo del vehículo tradicional. Pueden ser modificados según el tipo de vehículo, para permitir construir modelos que analicen las suposiciones sobre cómo las diferentes tecnologías afectan el comportamiento de conducción y estudiar su efecto en la red y con los otros vehículos de la red vial. Tenemos que tener en cuenta que, como se apuntaba anteriormente, aunque la incorporación de los vehículos autónomos, o con cierta autonomía, será progresiva y limitada en una primera fase, un número pequeño de este tipo de vehículos puede tener una gran influencia sobre la red de transportes. En este punto radica la importancia de nuestros análisis y prognosis de demanda: adelantarse a esa realidad, con modelos que pronostiquen la nueva red de infraestructuras de transporte tras la aparición de esta nueva tecnología.

Diversos modelos analizados hasta el momento, muestran que en principio, la progresiva incorporación de vehículos autónomos, o con cierta autonomía, pueden provocar un aumento significativo de la capacidad. En concreto, dos factores son responsables de este aumento de la capacidad:

  • Menor aceleración o desaceleración. La intercomunicación de los vehículos y la infraestructura parece ser un importante requisito previo para ello.
  • Cuanto mayor sea la velocidad a una densidad constante, mayor será el volumen de tráfico en una sección.

Los softwares de modelización utilizados por los consultores de transporte constituyen hoy en día útiles herramientas para evaluar el cambio de paradigmas que en la planificación de infraestructuras puede suponer la irrupción del coche autónomo. Hasta el momento, los modelos desarrollados para el análisis del flujo de tráfico y la capacidad de la infraestructura, suponiendo una determinada proporción de vehículos autónomos, muestran que la capacidad aumenta de manera notable, medida que aumenta la proporción de vehículos autónomos. Todo esto supone un enorme reto para gestores de infraestructuras de transporte y consultores de tráfico. ¿Están siendo estimado adecuadamente esta incertidumbre en las series de tráfico futuras y en la planificación de nuevas redes de transporte? Definitivamente, como consultor de tráfico y transporte me interesa el futuro.

 

Gracias por su lectura.

 

Jorge Rodríguez | Director Técnico

 

Referencias:

2019. The Future Of Road Transport. [ebook] Publications Office of the European Union. Disponible en: <https://ec.europa.eu/jrc/en/publication/eur-scientific-and-technical-research-reports/future-road-transport> [Acceso 4 de septiembre 2020].

 

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